No Return
Alice Guy, la auténtica madre del cine
Me encantaría que me acompañarais en un viaje a través del tiempo. Una aventura que nos permitirá unir el presente más actual con el origen del cine y su relación con la música y el sonido.
Nietzsche decía que "la vida sin música sería un error". No sé si sería un error o no, pero, en cualquier caso, de lo que estoy completamente convencido es que sería más triste y menos mágica.
En el mundo audiovisual, la imagen y el sonido han ido casi siempre de la mano, pero hay ciertos matices importantes que hacen, al menos para mí, que la música sea particularmente especial. La imagen sin música es posible. De hecho lo vivimos cada día ya que nuestra vida ocurre sin música a menos que seamos nosotros mismos que la ponemos o vayamos a su encuentro. Sin embargo, escuchar música comporta imaginar, pensar, revivir recuerdos o viajar con nuestra propia mente.
Os propongo el siguiente ejercicio: Intentar escuchar una canción o una melodía evitando cualquier tipo de pensamiento, imagen o recuerdo. Si eres humano, diría que es imposible. De todas las disciplinas artísticas la música es la que mejor transmite las emociones. Nos dejamos llevar por ella. Nos cambia el cuerpo y el estado de ánimo. Pero sobre todo nos lleva a un estado y emoción precisa. Y esa precisión es otro rasgo que la música logra más que cualquier otra disciplina. Me detengo en esta palabra: Precisión. Porque cada sentimiento tiene un infinito abanico de matices. Cuando trabajo en un proyecto es habitual leer en un guión o en las indicaciones de un director cosas como "en este pasaje haría falta una música triste". Muy bien. Pero yo pregunto qué tristeza. Porque hay infinitos tipos. Alguna con sensación tirando más a angustia, o a resignación, o depresiva, o melancólica, o quizá contenida. Y como dicen en el circo “lo más difícil todavía”, cuando tengo que componer la transición de un estado a otro, que a veces es incluso contrapuesto. Y no con total libertad creativa, sino sincronizado perfectamente con el metraje y la duración de una escena. Difícil verdad ¿? Sí, pero apasionante a la vez.
En el mundo cinematográfico, la música es una pieza clave. Una de las partes más importantes. Pero suele estar relegada muy al final en la lista de prioridades. En una producción actual, el coste destinado a la música y al sonido suele ser muy pobre en comparación con otros aspectos de un filme. Y no. No me estoy dejando llevar por mi amor incondicional por ella. Es algo palpable que una buena banda sonora puede salvar un filme mediocre. Pero una excelente película puede convertirse en un producto de baja calidad si no cuenta con música que esté a su altura.
Ahora, me gustaría hablarles de los 5 protagonistas que abarcan todo el terreno sonoro de una película.
El primer elemento. Los diálogos. Y es que los diálogos son tratados como un instrumento "musical" más. La música o el sonido siempre debe apoyar y enfatizar pero procurando que no molestar para que se pueda entender todo de forma clara.
El segundo protagonista. Las canciones. Nos referimos a canciones de discos o grupos de música que ya existían en el pasado de forma independiente en la película. Por un lado tenemos las canciones que suenan mientras ocurren cosas en la escena pero que no suenan realmente dentro de la misma. Por otra parte, las canciones que sí suenan realmente dentro de la escena de la película. Por ejemplo en la película “Atrapado en el tiempo ”, que supongo que muchos recordaréis, Bill Murray se levanta cada mañana con la música de “I Got you babe” de Cher, sonando en su radio-despertador.
El tercer protagonista, el silencio. Porque es muy importante saber definir y colocar bien los espacios donde no habrá sonido o, si lo habrá, será muy leve. Dejar respirar y no saturar de información auditiva es un aspecto fundamental para destacar precisamente los momentos álgidos que pasarán justo después de estos “espacios sonoros vacíos”.
Pasamos al cuarto elemento: Los efectos sonoros. Nombrados efectos de sala o efecto Foley en honor al pionero en usar y crear esta técnica, el estadounidense Jack Foley nacido en NY en 1891. En este caso se trata de imitar ciertos sonidos reales pero utilizando todo tipo de objetos. Quién no ha cogido nunca dos mitades de un coco y ha imitado el galopar de un caballo. Por otra parte, tenemos la grabación de sonidos reales con micrófonos de última generación capaces de grabar desde los sonidos más leves hasta los más estridentes. ¿Os habéis dado cuenta de que a veces oímos con la misma claridad e intensidad el sonido de un tren que cuando alguien está encendiendo un cigarrillo y escuchamos el leve crujido del fuego en una simple calada? Cada elemento es tratado en postproducción como si fuera un actor. Cada uno tiene su propio papel, colocación y significado dentro una escena.
Llegamos al quinto elemento y uno de los principales: La banda sonora original compuesta de forma expresa para una película. Aquí podemos incluir tanto las texturas musicales hechas para escenas concretas donde todo está sincronizado al milímetro, como también encontramos la parte más melódica e independiente que yo llamo “recordativa” que trata el leitmotiv principal o esta melodía característica que todos recordamos en pensar en una película concreta.
Ahora quiero hacer una pequeña reflexión sobre las bandas sonoras en el cine actual. La música de películas de hoy, motivada en gran parte por la rapidez y condiciones del mercado que nos rodea, ha provocado una carencia de personalidad. Son buenas piezas musicales pero no muy buenas bandas sonoras. Pienso que la década de los 80 fue una de las mejores en cuanto a música para películas.
Os propongo de nuevo un ejercicio. Tomad dos o tres bandas sonoras de películas de acción o aventuras actuales y las intercambiáis. Seguramente funcionan de igual modo porque podríamos decir que carecen de cierta personalidad. Por el contrario, tomamos uno de los mayores referentes de la historia de la música en el cine (yo diría también que de la música en general), y que con 90 años recién cumplidos sigue activo y en plena forma: John Williams. Y tomamos algunas de sus películas de aventuras que todos conocemos; " Indiana Jones", "La guerra de las Galaxias ", "Tiburón " o "ET " (podría decir muchas más). Si intercambiáramos las bandas sonoras provocaríamos un auténtico desastre porque no funcionarían para nada ni con las imágenes ni con el metraje visionado.
Ahora es el momento de hablar, aunque sea muy por encima de la tecnología y sus avances dentro del mundo del sonido y la música: Poder hacer cantar un corazón mediante un piano conectado a una librería de sonido con capturas de voces humanas; Poder tocar cualquier instrumento real mediante un teclado, una flauta electrónica, o incluso una guitarra. De esta forma podemos soplar y sonar un violín, o tocar un sonido de viento a través de las cuerdas de una guitarra; Tener a disposición todos los sintetizadores y teclados de la historia. Incluso otros que sólo existen en software y con los que tú mismo puedes crear tus propios sonidos; Utilizar efectos en las grabaciones que no podríamos hacer en la vida real, como saber cómo sonaría un piano de cola dentro de un pequeño tubo de plástico o poder escuchar y engañar al cerebro para percibir sonidos en 3D sólo con unos simples auriculares. No tener ninguna limitación de cantidad y poder grabar canciones con más de 700 pistas de instrumentos.
Todo esto son algunas herramientas y recursos que utilizo en mi día a día en el estudio y casi sin ser consciente de ello. Si llegan a contarme todo esto hace tan sólo hace diez años atrás no lo hubiera creído. Pero esto no siempre ha sido así.
Entremos en un “agujero de gusano” como el que aparece en la película “Interestellar ” y viajemos al pasado. Nos situamos en Francia para asistir al nacimiento del cine. El 28 de diciembre de 1895 en el Gran Café de París, los hermanos Lumière presentaron públicamente el “cinematógrafo” un aparato que permitía grabar y proyectar imágenes en movimiento. Aunque no fue la primera ocasión en la que ellos hicieron un pase de cortometrajes, éste es considerado el evento que da nacimiento al cine por ser con fines lucrativos ya que los asistentes debían pagar una entrada. Una curiosidad es que de 100 localidades disponibles sólo vendieron 33. Sin querer, también fue el inicio del cine Documental, ya que sus proyecciones fueron tomadas de escenas reales cotidianas. Tales como la salida de los trabajadores de una de sus fábricas o la llegada de un tren. Cuenta la leyenda que cuando los espectadores vieron la escena del tren y de cómo se les echaba encima empezaron a gritar y algunos incluso salieron corriendo.
Durante aproximadamente los primeros 30 años de cine no existió el sonido sincronizado e integrado en las películas. Hablamos de cine mudo. Pero esto no quitaba que muchas de sus proyecciones fueran acompañadas por músicos tocando en directo. Había combos de muchas clases, desde un solo pianista hasta una pequeña orquesta. Mi romanticismo se fue al garete al conocer la realidad de los primeros años. Pensaba que la música en directo estaba compuesta y pensada para la imagen en cuestión. Pero resulta que en los primeros tiempos, su función era relegada simplemente a tapar el ruido que hacían las máquinas de proyección.
No tenemos constancia hasta 1908 de la primera banda sonora hecha expresamente para tocar en directo en una película. "El asesinato del Duque de Guisa " compuesta por Camille Saint-Saëns.
De esta forma, poco a poco, el Mundo Audiovisual se iba abriendo paso. Entre los referentes de estos inicios (podríamos decir que “mudos”) encontramos a Georges Méliès, un ilusionista y cineasta francés famoso por liderar muchos desarrollos técnicos y narrativos, ha sido considerado el pionero de los efectos especiales. Recordamos la icónica “Viaje a la luna "” de 1902, donde un cohete se clava en uno de los ojos del rostro de la luna.
Hablaremos ahora del origen del sonido integrado en la película. Warner Bros adquirió el sistema de sonido Vitaphone. Consistía en que el sonido se reproducía en unos discos de 16 pulgadas (similares a los discos de vinilo que todos conocemos de 12) y mediante unos engranajes se sincronizaba físicamente al mismo tiempo con el aparato proyector. Considerando este sistema de audio e imagen como el primero que era autosuficiente, en 1927 aparece la primera película sonora de la historia del cine. “El cantante de Jazz ” de Alan Crosland.
Otro importante nombre que debemos tener en cuenta es el del ingeniero e inventor Léon Gaumont, fundador de Gaumont, la productora y distribuidora cinematográfica más antigua del Mundo que, originariamente, comerciaba con aparatos fotográficos.
Si todo esto que os estoy contando fuese una película, ahora sería el momento crucial. El momento en el que aparece el giro final inesperado que lo cambia todo. Esta noche, cuando os acostéis y os tapéis con las sábanas, pensad por un momento que estáis siendo abrazados por la misma historia del cine. Pues los hermanos Lumière, antes de presentar oficialmente su cinematógrafo al público, ya hicieron muestras del aparato en pequeño comité de forma privada. Y ¿qué utilizaban como pantalla? Efectivamente, unas sábanas normales y corrientes. El 22 de marzo de 1895 realizaron uno de estos pases privados en La Sociedad Nacional de la Industria de París. Y entre los asistentes estaba el mencionado Léon Gaumont. Pero Léon no fue solo. Le acompañó una de las secretarias de la empresa, Alice Guy. Lo que no sabía él es que esa chica se convertiría en la auténtica madre del cine.
Alice Guy Blaché nació en Saint-Mandé (Francia) el 1 de julio de 1873. Sus padres eran de origen chileno y de pequeña vivió el amor por la escritura y la narrativa por parte de su padre que era escritor y editor. Tras la muerte de este, se formó como mecanógrafa para encontrar trabajo como secretaria y poder mantener a su madre viuda ya sus cuatro hermanos. Este hecho la llevó a trabajar en las industrias Gaumont.
Os expliqué antes de que ella acompañó a Léon a esta demostración privada de los hermanos Lumiere y bien, como suelo decir, le “explotó la mente” con todo el potencial y las posibilidades que vio en este aparato. Léon lo compró pero no sabía muy bien qué hacer con él o cómo venderlo. Entonces Alice, con tan sólo 23 años, convenció a Gaumont para que le dejara el aparato para filmar contenido narrativo. Contar historias que fueran divertidas o que aportaran mucho más que un simple “pase” de imágenes cotidianas. De esta forma sería un buen reclamo para que los futuros clientes quisieran adquirir uno de estos aparatos. Y bueno, como suele decirse, lo demás es historia. Lo triste es que esta historia no se explicó cómo ocurrió realmente y no ha sido, hasta hace poco más de diez años, que la verdad ha empezado a salir a la luz.
Alice es la autora del corto “El hada de las coles ”, el primer filme narrativo de la historia del cine. Lo hizo en 1896, tan sólo un año después de la presentación del cinematógrafo y desde luego mucho antes que Georges Méliès.
Y ahora cogeros fuerte en la silla, que vienen curvas.
Éstas son sólo algunas de las cosas en las que Alice fue pionera (quizás acabaría antes explicando lo que ella no hizo). Como hemos dicho, fue la primera en realizar una película de ficción narrativa. La fundadora del cine como narración cultural y la primera persona que dirigió una película en la Historia del Cine. La primera mujer en crear una productora y estudio de cine propia llamada SOLAX. Fue la primera en usar grabaciones con un gramófono al tiempo que las imágenes (¿os suena? Hoy a esto lo llamamos videoclip). Así pues jugó un papel clave en la producción de las primeras películas sonoras porque ya experimentó con el sonido mucho antes que "El Cantante de Jazz " considerada la pionera. Fue la productora de una de las primeras películas a color (coloreando a mano fotograma a fotograma), la primera en utilizar efectos especiales, utilizar la doble exposición del negativo, las técnicas de retoque, la cámara lenta y rápida, el movimiento hacia atrás.
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Dirigió, produjo y supervisó más de mil películas abarcando todos los géneros fílmicos, desde cuentos de hadas, parábolas religiosas, comedias románticas, películas policíacas, dramas y crítica social o incluso westerns. Fue la primera persona que dirigió una película en la que todos los protagonistas eran de origen africano. Hablamos de una época retrógrada en la que este hecho podía considerarse casi una provocación. En 1906 llegó a realizar una película de larga duración, La vida de Cristo, con más de 300 extras. Y para rematar... Alice habla ya a finales del siglo XIX de temas tan complejos como la transexualidad.
Otra cosa muy interesante que he descubierto es que hubo un Hollywood, podríamos decir que 1.0. Nueva Jersey fue realmente la cuna de la industria cinematográfica en Estados Unidos. Hace mucho tiempo, antes del ascenso del Hollywood “Californiano” que todos conocemos, la capital mundial del cine era un barrio en el norte de Nueva Jersey. Localizado cerca del río Hudson, en la orilla opuesta en Nueva York, Fort Lee, fue el sitio de nacimiento de la industria fílmica estadounidense y sede de sus primeras productoras, incluyendo a Universal, Fox, Metro Pictures Corporation y Goldwyn Pictures Corporation que se unirían posteriormente para formar la conocida Metro Goldwyn Mayer. Y ¿sabéis qué otra compañía había? Solax, la productora de Alice Guy.
Y viajamos hacia ese estudio cinematográfico que ella tenía ahí porque sabemos una anécdota cautivadora. Entonces, en la industria el lema del momento era “posando para rodar”. De alguna manera, para que me entendáis, sería como decir que lo que mandaba era el “postureo” y la apariencia. En cambio, y por el contrario, Alice tenía un letrero enorme en su estudio que ponía “ be natural”, sé natural. Y era lo que todo el mundo se encontraba todos los días delante de las narices cuando entraba a trabajar en Solax.
En la última etapa de su vida, Alice intentó recuperar sus propias películas. De las cuales sólo pudo conseguir dos completas y un trocito de una tercera. Fue consciente de cómo la silenciaron los medios del momento, historiadores y críticos que no la nombraban. Le atribuyeron filmes que ella no hizo y en cambio muchos de sus grandes logros y producciones fueron otorgadas a distintos hombres. Ella misma, escribió sus propias memorias para que se supiera la verdad. Memorias que nadie quiso publicar y que no salieron a relucir hasta ocho años después de su muerte. Fue olvidada por la propia industria que ella misma ayudó a crear. Lógicamente, por supuesto, el olvido fue totalmente premeditado por el hecho de ser una mujer.
He dado muchas vueltas a todo esto y he llegado a algunas conclusiones. Porque pienso… ¿Por qué en los inicios, cuando nada existía, no tuvo ningún problema? Y encontramos la respuesta en el propio León Gaumont. Resulta que cuando la joven Alice le preguntó si podía utilizar el cinematógrafo para hacer demostraciones artísticas del artilugio… él le contestó “Como tú quieras… no es más que un juguete para niños”. He aquí la clave. Al principio nadie pensaba ni creía en el cine como medio de expresión artística. Era como juego de niños. Hoy diríamos vulgarmente que era algo para cuatro “freaks”. Hasta que más adelante se dieron cuenta del milagro que había nacido, pero sobre todo que sería una fuente económica de negocio muy potente. Entonces fue el momento de apartar a Alice de la ecuación.
Hemos hablado de la música y el sonido dentro del mundo audiovisual en el presente y también de sus orígenes en el pasado.
Es el momento de echar una mirada al futuro. Se ha llegado un punto tecnológico en el que no existe límite alguno. Como siempre digo, “si puedes imaginarlo, puedes crearlo”. Innegable también que los instrumentos musicales reales interpretados por músicos de carne y hueso ofrecen un resultado único e insustituible a la hora de transmitir sentimientos. Tanto sea en un evento en directo o mediante una grabación dentro de un proyecto audiovisual.
En su momento, la aparición de la guitarra eléctrica fue recibida con mucho miedo por parte de la sociedad más clasicista que lo veía como algo blasfemo y que podía acabar con la buena música tal y como se conocía hasta entonces. Pero no fue así. No fue el final de la música clásica (por ejemplo) sino que comportó el nacimiento del Rock y de otros muchos estilos musicales que tanto disfrutamos y que enriquecen exponencialmente toda nuestra cultura musical. Las guitarras eléctricas fueron un nuevo elemento a añadir a la lista de herramientas que sirven para crear música.
Y así deberíamos caminar hacia el futuro. Con la mente bien abierta y ver la tecnología como una aliada y no una enemiga. Vivimos en un Mundo Global en el que las distancias se acortan, donde se mezclan tradiciones milenarias con avances tecnológicos nunca vistos. Así debemos hacer frente al futuro. Un camino donde el más antiguo y el más nuevo deben unirse en perfecta armonía para adaptarse de la mejor forma posible a todos los nuevos retos que se nos presentarán.
Como humanidad, nos cuesta aprender de nuestros errores, como suele decirse, no salimos de una que ya nos metemos a otra. Aprovecho esta ocasión para expresar en voz alta nuestra profunda tristeza por lo que está pasando con las guerras (sí en plural).
Tampoco puedo pasar por alto otra importante reflexión. Todos estamos viviendo en nuestra propia carne una pandemia Mundial (de la que afortunadamente, parece que estamos saliendo) y que nos ha servido para ver y reflexionar sobre muchas cosas. Nos hemos dado cuenta de lo importante que es para nuestras vidas la música, el cine, la literatura… en definitiva, el arte y la cultura. En esta reclusión forzada, consumir material artístico nos ha ayudado a soportar la situación, sobre todo a las personas que por desgracia han tenido que pasar por esta experiencia en completa soledad. Nos hemos dado cuenta de que el arte y la cultura son también una necesidad básica para el ser humano, así como comer, dormir o respirar. Porque es así. Alimento para nuestro corazón y nuestra alma.
Pero, por contrapartida, también nos hemos dado cuenta de otra cosa. El hecho más que evidente de que la cultura ha sido despreciada y puesta al final de la lista de prioridades de los gobiernos de muchísimos países.
Aprovecho esta ocasión para hacer un llamamiento de corazón a seguir yendo al cine, a los conciertos, al teatro, a todo tipo de espectáculos, a comprar libros, cuadros, artesanía… en definitiva, a apoyar a todas las creadoras y creadores que llenan de magia estos tiempos tan difíciles que nos ocupan.
Por último, y como no podía ser de otra manera, quiero despedirme con el lema de Alice Guy, “Be Natural” porque creo que, hagamos lo que hacemos en esta vida, lo que debemos intentar siempre es ser naturales y auténticos.
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