Wilsoniano
Tal vez hayan leído el artículo que escribí hace un tiempo sobre el giradiscos artesanal “Fandos TT BR162” y, de paso, la descripción que hice del equipo del amigo Daniel, su feliz propietario. Lo cierto es que en un momento dado lancé la pregunta, un tanto retórica, de “… y ahora qué?”, puesto que me pareció extremadamente difícil mejorar el sonido obtenido, fruto de una sala construida a partir de cero, con la proporción áurea, una acústica muy elaborada, un magnífico equipo McIntosh, unas grabaciones escogidas y un giradiscos artesano fuera de serie. Pues bien, al final, nuestro amigo encontró la solución y le dio una nueva vuelta de tuerca al conjunto: la incorporación de un magnetofón de carrete abierto. En concreto nos referimos al Studer A807. Una máquina maravillosa que ya quisiera tener yo en mi colección. En otro artículo ya me referí a esta empresa y su filial Revox, como un fabricante ejemplar y capaz de colmar los sueños más oníricos de cualquier buen aficionado.
No exagero si afirmo que Studer podría ser la guinda en cuanto a marcas de prestigio se refiere si hablamos de magnetofones. No es fácil, ni barato, encontrar una de estas piezas en buen estado, salvo que nuestra cartera sea de buen calibre, pero si tenemos la dicha y la paciencia, cómo ha sido el caso de Dani, de encontrarla y hacernos con ella, de seguro que será todo un acierto.
El Studer A807 Recorder - Reproducer (A807 - 2/2 VU) es una máquina de tipo profesional, de altísimo nivel y que se presentó en el mercado en el lejano 1986 al precio de 10.000 $ y tal fue su acogida que su producción, en distintas y numerosísimas versiones, abarcó desde esta fecha hasta el año 2000. Como en el resto de la gama, su construcción es muy robusta, muy versátil y configurable (mono, estéreo, solo reproducción, grabación y reproducción, con o sin vúmetros, para cintas 1/4 de pulgada o de 1/2, etc.), según las necesidades. Dependiendo de la versión, su peso alcanza los 30 kg., las más habituales utilizan cintas de 1/4 de pulgada y disponen de tres velocidades: 3.3/4, 7.1/2 y 15, que en algunas versiones llega hasta 30 ips. El giro y las velocidades son extremadamente precisas, ajuste fino con el “varispeed”, ecualización CCIR y NAB, contador de cinta digital, entradas y salidas balanceadas y un sinfín de otros mandos e interruptores que, aunque se agradecen, raramente, el aficionado medio, va a utilizar. Algunos modelos incluyen el sistema de reducción de ruido Dolby HX-PRO. Por lo demás Studer ofreció a los poseedores del A807 diversos accesorios que en muchos casos son más que recomendables.
Como probablemente sepan, soy un enamorado empedernido de este formato, ya que desde el primer día me cautivó el giro de sus bobinas, el movimiento de las manecillas y la cálida luz de los vúmetros y su aspecto vintage e imponente. Por supuesto todas estas virtudes físicas y estéticas y que tanta popularidad le están dando actualmente vienen acompañadas por un sonido soberbio, superior a cualquier otro formato, incluyendo el vinilo, SACD y archivos de alta definición, aunque siempre en mi opinión y respetando todos los gustos.
Lo cierto es que para el estreno del Studer A807, nos reunimos media docena larga de amigos y aficionados audiófilos, conocedores ya de la sala y el equipo, así que, sin excepción, para esa tarde en concreto, ajustamos la agenda lo que fuera menester, ya que ninguno quería perderse tan singular evento y, por supuesto, a ninguno nos defraudó.
Para ir caldeando el ambiente e ir abriendo boca, primero se utilizó el giradiscos Fandos BR162, una máquina soberbia que ya conocíamos a la perfección, utilizando vinilos audiófilos seleccionados y que, en algunos casos, tendrían mucha relación con lo que se reproduciría después.
El anfitrión, una vez que ya habíamos podido deleitarnos de nuevo con el sonido del plato, puso en marcha el magnetofón, para lo que se había provisto de una serie de bobinas de cinta pregrabadas actuales de altísimo nivel. Hay que dejar constancia que el orgulloso propietario había construido una consola de aspecto profesional y acabados impecables para dejar el reel a una altura cómoda para su manejo.
Entre las grabaciones reproducidas destacó la copia del guitarrista y compositor italiano Fausto Mesolella, “Live at Alcatraz”, ya que nos impresionó vivamente su homóloga en vinilo y, aunque pudiera parecer casi imposible, esta cinta del sello Foné, todavía suena mejor y la sensación de presencia es más apabullante y absoluta. Los congregados nos mirábamos a los ojos, atónitos, como no dando crédito a lo escuchado. Otra grabación impactante fue la del saxofonista tenor Ben Webster, acompañado por Tete Montoliu Trio, “Gentle Ben”, un álbum de 1972 y firmado por el sello Ultra Tape Analogue Productions. Ambas grabaciones en dos pistas y velocidades de 15 ips. Como curiosidad esta copia concreta de Ben Wester, en origen, fue reproducida y grabada en sendos reels Studer.
Otras dos cintas, en este caso de clásica, también fueron reproducidas por esa máquina que tan absortos nos tenía. Finalizada la velada, que empezó con un buffet frío de viandas perfectamente preparadas por el anfitrión y regadas por unas botellas de vino a la altura, no quedó otra opción que dedicar una calurosa ovación y suplicar un bis, a ese perfecto generador de música, a ese virtuoso de la reproducción que es el Studer A807. Y el… “ahora qué?” aquella pregunta que había quedado flotando en el aire unos meses atrás, ahora… carecía de sentido. Sin duda se ha llegado a ese tan manido, pero tan anhelado, casi utópico y deseado por todos “final del camino”.
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© G. Cañellas