La atracción de lo imperfecto
Por muy imparciales que queramos ser, los que escribimos estas reviews de producto, no dejamos de tener gustos y preferencias personales. Y algunas de las opiniones o incluso las propias conclusiones de las pruebas pueden estar condicionadas por esos criterios subjetivos. Todos sabemos que, hasta hace poco, los aficionados a la fotografía se dividían entre canonistas y nikonistas. Y, obviamente, los argumentos esgrimidos por unos y por otros van más allá de la lógica sensata. Por eso, en esta introducción, quiero confesar que, desde hace muchos años, soy musicalfidelista. No se trata de que crea que la marca Musical Fidelity es mejor que las demás o de que piense que ofrece más por el mismo coste. Más bien se trata de que la filosofía introducida por su fundador, el clarinetista británico Antony Michaelson, coincide mucho con las ideas que yo mismo pueda tener acerca de lo que debe ofrecer un buen producto de Alta Fidelidad. Por suerte, a pesar de que la marca ahora está en la órbita del grupo austríaco Pro-Ject, parece que, no solo se está manteniendo la filosofía fundacional, sino que incluso se recuperan modelos antiguos (actualizados) a la vez que se lanzan otros modelos completamente nuevos. Y, precisamente, el Musical Fidelity M6s PRX pertenece al primer grupo. De hecho, creo que esta etapa de potencia es, como veremos, un compendio de los valores que defiende la marca.
Pero vayamos por pasos: el amplificador de potencia M6s PRX es un aparato que estéticamente comparte el diseño de familia de las series M. No solo eso sino, que sus dimensiones coinciden con el resto de aparatos de la serie M6. La elegante y sólida carcasa metálica tiene un diseño limpio y atemporal. Por dentro, prácticamente podemos describirlo como dos etapas de potencia monofónicas que comparten un poderoso y sobredimensionado transformador toroidal. Más allá de los 230 W por canal de potencia nominal, el M6s PXR exhibe una excepcional conducción de carga con unos márgenes de estabilidad enormes y una entrega de corriente máxima realmente alta. Es una auténtica bestia capaz de controlar con autoridad cualquier altavoz que se le ponga por delante.
Por todo eso, la finalidad de esta prueba consistirá en averiguar si todo este derroche de músculo será capaz de transmitir la elegancia, la finura y la calidez necesarias para convertir una sesión de escucha en algo placentero y ajeno a cualquier síntoma de fatiga auditiva.
A pesar de que estoy convencido de que el maridaje perfecto para el PRX es el previo Musical Fidelity M6 PRE conectado por balanceado, para estas pruebas voy a asociarlo con cables RCA al previo híbrido Vincent SA-32 y a mis fieles columnas italianas Sigma Acoustics T-11.
El vinilo de Miles Davis “Kind of Blue” (1959) |Comprar ahora| es un clásico que no necesita ninguna introducción. A pesar de que se trata de una grabación limpia y aireada, tiene un punto de tranquilidad y delicadeza que no se pueden perder si queremos revivir el sonido de las improvisadas sesiones de grabación. Pues bien, el PRX consigue restituir la calidez del formato analógico y el ambiente original con una fidelidad tímbrica al más alto nivel. Es más, observamos una sutil y ligera contención a la hora de reproducir los metales, sin renunciar, eso sí, a una riqueza de armónicos muy loable en todos los instrumentos acústicos que intervienen. Puedo decir que, respecto al integrado de la misma serie M6si, el peso de la zona medio-baja es más destacado, mientras que el extremo agudo no tiene más transparencia de la necesaria. El resultado final es muy neutro y equilibrado, primando la honestidad por encima de otras virtudes. Parece que la bestia está apaciguada y que reserva su enorme capacidad energética para atacar solo en el momento en que sea necesario.
Y hablando de monstruos, me acaba de llegar lo último de Carles Benavent, Tino di Geraldo y Jorge Pardo: “Flamenco Leaks” (2019) |Comprar ahora| . La frase que mejor define a este trío es una que escuché a un aficionado que decía “a estos tres, deberían prohibirles tocar juntos”. Pero el Musical Fidelity M6 PRX está preparado, no entiende de límites y prohibiciones y tiene hambre. Hambre de espectáculo, de emociones fuertes, de ritmo, de velocidad… en definitiva, de flamenco de sólido fundamento y amplios horizontes que estos tres músicos son capaces de perpetrar. Y aquí, la etapa de potencia protagonista de esta review, lo borda. La grabación es buena, con un punto de rotundidad que podría llegar a ocasionar algún descontrol en alguna sala difícil. Pero el M6 PRX sujeta con firmeza a las cajas acústicas T-11 que, en las frecuencias graves, bajan como jamás lo habían hecho. Si tuviera que definir en pocas palabras el aporte diferencial de este Musical Fidelity respecto a todos los amplificadores que han pasado por casa, diría que es la capacidad de construir una escena enorme, a tamaño real podríamos decir, manteniendo en todo momento una credibilidad fuera de toda duda. En contrapartida, quizá no sea el más preciso en términos de enfoque absoluto. En ese sentido, se coloca en un término medio entre musicalidad y disección analítica, sin destacar especialmente en un sentido u en otro.
Pero lo mejor está por llegar. El cd Dayna Kurtz with Robert Mache Vol. 1 (2017) |Comprar ahora| es una recopilación de directos de la cantante de folk/blues/jazz. Dayna tiene una personalidad arrolladora, una voz vigorosa con un punto de desgarro que emerge desde las profundidades de la música popular norteamericana. En este disco, explora su vertiente más íntima y minimalista. En el tema “If I Go First” nos ofrece ese carácter melancólico y crepuscular con solo dos instrumentos: la guitarra de Robert y su propia voz. El Musical Fidelity hace la parte que le toca: trata la voz humana con una exquisitez propia de sistemas de referencia absoluta. Puede parecer fácil, pero no lo es. Se trata de llenar la sala de forma natural y de no restar un ápice de la emoción que nos traslada el fraseo de Dayna Kurtz. Confirmamos la extraordinaria riqueza de armónicos en la zona media mientras que la poderosa dinámica del amplificador nos restituye al dúo de músicos de forma holográfica y a escasos metros del punto de escucha.
En resumen, y aunque a priori esperemos una exhibición de fuerza con ataques vertiginosos sustentados en una base rítmica contundente, con el paso de las horas y los días, vamos descubriendo otras virtudes que podrían pasar inadvertidas. La etapa de potencia M6 PRX busca la construcción de una escena musical amplia y muy profunda pero siempre desde la perspectiva de la autenticidad. Da la sensación de ir siempre muy sobrado, por mucho que se gire el potenciómetro. Pero esa reserva de energía nunca se traduce en una demostración de espectacularidad gratuita. Más bien al contrario, el Musical Fidelity hace que los altavoces asociados crezcan de categoría y de tamaño pero claramente con una proporcionalidad, una equidistancia y un equilibrio prácticamente perfectos.
Volviendo a la comparación con el integrado de la misma serie M6, puedo afirmar que la etapa de potencia PRX, está un peldaño por encima en cuanto a prestaciones y en cuanto a respuesta equilibrada y honesta. Según la sensibilidad de los altavoces asociados y según el rendimiento del previo, podemos hacer un ajuste fino eligiendo entre la entrada normal RCA o la balanceada XLR (más potente) y ensayando con distintas marcas de cables (en mi caso, los Inakustik Reference han resultado ideales). Dentro de la oferta general de etapas de potencia de su mismo rango de precios, creo que es muy difícil encontrar un rival que pueda ofrecer algo que se le acerque. Y, por encima de todo, este aparato, desde su honestidad y equilibrio, nos ilustra perfectamente acerca de los valores que la marca Musical Fidelity quiere aportar. Entenderá el lector, entonces, que el que escribe estas líneas siga declarándose “musicalfidelista”.
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