No Return
El maldito bloque verde
Quisiera dividir este artículo en dos partes. Una parte más de opinión general y otra más “práctica” o de bricolaje musical.
Llamo “bloque verde” a la imagen gráfica del sonido. Pero ya llegaremos ahí…
Quiero centrarme esta vez en la masterización, o el proceso final en la postproducción de audio. Existen infinidad de pasos y procesos que van en último lugar de la cadena y que hacen mejorar sustancialmente el sonido de la mezcla original de una composición. Una parte fundamental de ese proceso es controlar o decidir el volumen final. Y ahí está el kit de la cuestión.
Hoy la música debe sonar en más “ubicaciones” que nunca. Desde los equipos más variopintos hasta llegar a una infinidad de plataformas en la red (youtube, spotify, Soundcloud, Jamendo, podcast, streamings… y un largo etc). Muchas de ellas, además posee su propio sistema de compresión y modificación del sonido. Así que pensar en una forma de audio única que sirva para todo es difícil. Lo ideal es hacer un mastering único para cada “lugar” donde va a ir tu producción. De locos.
A lo largo de los años, como las modas, hemos podido asistir a una evolución constante en ese aspecto. Pero lo que está claro (y evidente) es que cada vez más, los temas comerciales tienden a formar una pared de sonido cada vez más contundente y aplastante. Cada vez, todo suena “más fuerte”. Y yo, durante mucho tiempo, me dejé arrastrar en parte por ese tren arrollador.
Pero aquí, en este espacio, hablamos de equipos de alta fidelidad. Hablamos de que sonar más fuerte no significa sonar mejor. Nos gusta esa máxima que nos dicta que en muchos casos menos es más. Así que decidí parar y dar un paso atrás y desde entonces me centro mucho más en que el “master” suene muchísimo mejor que la mezcla original aunque signifique perder un poco de volumen general. En los temas comerciales actuales vemos la imagen de audio como un bloque verde, apenas sin espacios negros. Suena en la misma potencia un trocito sutil de poca instrumentación que otra que forma parte de un clímax. Por eso prefiero, que en mi música más “bandasonorística” se conserven muchísimo más las dinámicas. Si el equipo es bueno, el usuario ya controlará el volumen a su gusto. Llegar a un consenso o término medio. Quizá mañana opine otra cosa, pero hoy, esta es mi filosofía.
Y ahora, entramos en la parte más práctica. Estos trucos de “bricolaje musical” no son una verdad absoluta ni mucho menos. Simplemente comparto con vosotros mi forma de trabajar la parte final de la producción. Imaginad ese cocinero que comparte una receta a su modo y estilo para que la comida tenga el sabor característico de sus platos. Utilizad esta información a vuestra conveniencia.
Vamos a la cadena de procesos utilizo en la salida de audio original (mi estación de trabajo DAW es Cubase Pro 11). En audio, el orden de los factores sí altera el producto por eso os detallo dicho orden de cadena. Y luego detallaré cada una de ellas.
2.1- El Módulo “match Eq”. Lo que hace ese módulo es analizar la ecualización de nuestro tema (en azul). Y analizar la ecualización de un tema que tomamos como “objetivo o referencia” puede ser otro de nuestro propio disco o bien una grabación externa del mismo estilo que nos guste como suena “ecualizativamente” hablando. Lo que hace este módulo, mediante la función “amount” es modificar tu ecualización para que tienda a la de referencia. 2.2- El Módulo “Dynamics”. El programa analiza y te separa el sonido en 4 rangos de frecuencias para que puedas trabajar las dinámicas, comprimir o limitar cada grupo por separado. 2.3- El Módulo “Imager”. Lo encuentro fascinante. El módulo analiza y te separa el sonido en 4 rangos de frecuencias para que puedas trabajar la obertura estéreo por separado. De este modo las más graves o “subwoofer” las puedes tener prácticamente en mono, haciendo que el tema suene muy limpio y definido. También conseguimos que no haya ningún desfase, sobre todo cuando nuestra composición se escuche en sitios donde el sonido se emitirá en mono. 2.4- El Módulo “Maximizer”. Yo lo llamo “el aplastador”. En este es realmente donde se decide que presencia sonora tendrá la composición. Suelo buscar que el objetivo esté entre -9 o -10 LUFS. El LUFS (Loudness Units relative to Full Scale) es una escala internacional para medir el loudness de un sonido el cual utiliza un algoritmo parecido a nuestra forma de escuchar. Pero me guío más por lo que escucho (o siento) que no por las matemáticas. 3- En tercer lugar aplico el “maximizer” de Cubase. Le da un toque especial, no sabría definirlo, como más presencia orgánica i nitidez. Este lo aplico de forma muy sutil.
Y para finalizar aquí tenéis el gráfico del bloque verde correspondiente a un tema salido de mezcla original y otro con el gráfico correspondiente luego de aplicar todos los procesos de masterización. Y también podéis escuchar las dos versiones para compararar:
Voices (Original)
Voices (Master)
Pulsa sobre los gráficos para comparar las dos versiones.
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