Canto de sirenas
"Soy suficientemente apasionado para cansarme pronto de todo"
Francisco Umbral , escritor.
AFICIÓN: Actividad u ocupación que se realiza meramente por placer durante el tiempo libre.
ADICCIÓN: Afición extrema a alguien o algo.
Desde el comienzo de la burbuja inmobiliaria de 2008 y su posterior explosión en 2010, vivimos sumidos en una crisis permanente en este país, enlazando una tras otra sin tiempo a recuperarnos. Atrás quedó ese tiempo de bonanza económica donde el "cacharreo" estaba a la orden del día, porque el mercado de segunda mano estaba más vivo que nunca. Tenías la seguridad de que podías tener y probar cualquier componente hifi en casa unos días, porque en la segunda mano lo ibas a vender o a cambiar, sin apenas merma económica en la transacción. Eso mantenía esta afición más viva que nunca. Ahora los tiempos han cambiado a peor y después de estos catorce años hay muchísima más oferta que demanda y a veces, ni poniendo precios irrisorios, eres capaz de deshacerte del aparataje. En este país el mercado hifi de segunda mano está muerto definitivamente y el de coleccionismo, como ya apunté en otra reseña, también. Sin una economía potente y mantenida en el tiempo y sin una cultura básica con buenos pilares, capaces de dotar a la sociedad de una cierta sensibilidad, que haga cambiar las prioridades vitales encaminadas a cultivar y elevar nuestro espíritu, jamás llegaremos lejos.
Tampoco ayuda la crisis global planetaria que atravesamos año tras año, manteniendo este tipo de consumo feroz de usar y tirar y que nos está empezando a demostrar hacia dónde nos lleva como especie. Estamos abocados al exterminio, si no es la naturaleza, serán los virus o las bacterias y si no, algún gobernante apretará el botón cualquier día de estos y nada de lo aquí escrito tendrá ya sentido.
En esta afición nuestra que nos une, la mayoría de las veces se mezcla a partes iguales audiofilia y melomanía. Otras tantas, la audiofilia hace inclinarse la balanza hacia su lado, otras muchas, es la melomanía quien lo hace.
A medida que se avanza en esta doble afición, en la audiofilia y si el poder adquisitivo lo permite, nos vamos convirtiendo en megalómanos y muy pocas veces en coleccionistas de aparataje vario. En la melomanía, el melómano desemboca, si no lo es ya, en coleccionista, en poseer una gran colección física de música, que también tiene tintes de megalomanía. ¿Habrá que ser megalómano para entrar en esta afición?
El objetivo del audiófilo es llegar a lo que denominamos "el final del camino", que no es otro que disponer de una sala dedicada y perfectamente aislada, dotada con un equipo que suene perfecto para nosotros, para la música que escuchamos y que no echemos en falta nada; de tal manera que no tengamos que mejorar nada porque no hay nada que mejorar.
La mayoría de nosotros nos quedamos por el camino, unos en cruces, otros en medio del camino sin saber si continuar hacia adelante, hacia lo desconocido, o retroceder a lo ya caminado. Otros sencillamente, abandonan el camino definitivamente.
Yo me encuentro en una etapa muy crítica en estos momentos. Soy plenamente consciente de que nunca voy a llegar al final del camino y eso me desanima a seguir caminando a lo bobo, con un rumbo marcado pero con un fin inalcanzable. Voy hacia una quimera, tanto nadar para al final morir en la orilla.
Cada día me cuesta más disfrutar de lo que escucho porque sé que me falta sala, por mucho que gaste en aparataje y complementos me falta sala, el continente. Y entonces pierde todo el sentido mejorar, afinar, pulir, cambiar; en definitiva, actualizar la "maquinaria".
Sé cómo puede sonar el equipo, de lo que puede llegar a ser y no es y me da una frustración que me bloquea. No me conformo y no sé cómo salir hacia adelante.
Estas crisis me han pasado desde que empecé hace treinta años con esta doble afición. Normalmente duraba poco (semanas o algún mes), pero ahora se está alargando demasiado en el tiempo.
Con el pasar de los años he conseguido configurar un equipo, componente a componente, con el sonido que buscaba para poder reproducir la música que se puede reproducir en casa, lo más natural posible, lo más cercano a la interpretación en vivo.
Todo ha ido encaminado hacia la reproducción más real de mi instrumento favorito:el piano . Cuerda y madera.
Soy consciente de que una orquesta sinfónica nunca la reproduciré en un ambiente doméstico como en un auditorio pero el piano, un cuarteto, un grupo de jazz y música vocal sí los puedo reproducir en dicho entorno.
Me encuentro en un punto sin retorno y sin futuro, como atrapado. Es como cuando tienes una pareja bellísima que te gusta con locura y la has disfrutado desnuda en todo su esplendor y fuerza, y de repente, eres plenamente consciente de que aunque la tengas de por vida nunca más la vas a ver desnuda ni disfrutarla así. Podrás mirarla, acariciar su piel, se te insinuará incluso, generando en ti alguna esperanza de recuperarla en todo su esplendor, pero desnuda nunca más la verás. Con el paso del tiempo, o aceptas esa situación como normal o acabas por no disfrutar nada de lo que haces con ella y empiezas a plantearte cambiar de pareja. Pues en ese punto estoy yo ahora, lo podría denominar, por seguir con el símil utilizado, el "final del camino interruptus".
Me genera frustración, pena, y me impide disfrutar como antes disfrutaba. El constante anhelo de no poder disfrutar al completo de las capacidades del equipo, que yo sé a ciencia cierta que tiene en las mejores condiciones acústicas posibles.
He llegado a un punto al que nunca hubiera imaginado llegar, en el que la audiofilia es más fuerte que la melomanía. Ya no me basta escuchar la música de cualquier manera para disfrutarla, ha de ser de la mejor manera posible. Antepongo el sonido a la música, un horror y error de concepto, porque uno está al servicio de la otra y no al revés.
Este hecho me ha abocado a parar en seco en esta doble y noble afición que nos une en este ciberespacio escrito. No compro más música porque no la disfruto como antes, al no poder escucharla como desearía, y tampoco mejoro, ni avanzo, ni invierto en el equipo, porque es absurdo gastar para no llegar hasta donde quiero llegar.
Este ejemplo introductorio en el que muchos nos podemos ver reflejados a lo largo de nuestra vida audiófila, sirve para constatar la delgada línea que separa la afición de la adicción y los problemas que nos puede generar esta, desembocando o provocando una crisis personal. En psicología existen tipificadas distintos tipos de crisis personales que pueden afectarnos emocionalmente.
Una crisis personal es un momento de tránsito o cambio que resulta conflictivo de abordar, que nos desborda y nos hace pensar que no seremos capaces de salir de él. Algunos síntomas comunes son estrés y ansiedad, apatía, tristeza, incluso algo de depresión, la sensación de no encontrar salida a la situación en concreto, frustración, etc.
Una crisis personal pone a prueba nuestra capacidad de resistencia y nuestra fuerza de voluntad, pudiendo adoptar dos estrategias: aceptar la situación y salir fortalecido, o hundirnos en ella. En ese preciso momento, determinamos si la crisis se convertirá en una oportunidad para crecer o en una situación que de lugar a un trastorno adaptativo.
Si elegimos la primera estrategia, la crisis personal es casi siempre una fase de reencuentro con nosotros mismos, de reestructuración de nuestro "yo" y de nuestras metas.
Analicemos ahora algunos de estos tipos de crisis personales llevados a nuestra afición y que enseguida nos vendrán a la memoria algunos casos de conocidos o de nosotros mismos.
Yo me encuentro en esta crisis toda la vida, debatiéndome entre el consumismo exagerado y consumismo cero. ¿Para qué necesito todo esto para vivir, para ser más esclavo, para justificar el trabajo? Para quién va a quedar todo cuando yo muera, se desaprovechará, se malvenderá, todo se tirará contaminando todavía más de lo que yo contaminaba vivo. En estas contradicciones me hallo en estos tiempos de concienzación social, ambiental y planetaria, que obligatoriamente y sin demora, tenemos que afrontar como sociedad.
Así que desde aquí os animo a que encendáis vuestro equipo, ajustéis la luz adecuada, elijáis la música que más os guste, y os dejéis invadir por su belleza hasta sentir que desaparecéis al igual que lo hacen los altavoces, el equipo, la sala y sólo quede el sonido, el mejor sonido que podamos tener y ya mañana, o al otro día, penséis en la Crisis y que la auténtica felicidad está en disfrutar el camino.
Credenciales:
- Cassette. Imagen de Joey Velasquez en Pixabay
- Gramola Imagen de pep bo en Pixabay
- Playa Solitaria. Imagen de Engin Akyurt en Pixabay
- Escaleras.Imagen de Andreas Breitling en Pixabay
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