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Ignacio Curone

Ignacio Curone
Ecualización correctiva

Herramienta necesaria de corrección y ajuste en sistemas de audio de alta performance.


A la mayoría de audiófilos, y a no pocos profesionales del audio, se les ponen los pelos de punta cuando escuchan hablar sobre ecualización correctiva. El propósito de este artículo es disipar resquemores sobre ella, exponer sus beneficios, y explicar porque los habituales temores que la rodean son infundados.

El término ecualización, que etimológicamente significa igualar, hace referencia al proceso de la modificación voluntaria de la curva de respuesta en frecuencia, sea de un sistema de audio completo, o bien de cierto proceso localizado en determinada parte de la cadena de audio.

La finalidad de este artículo es hablar sobre la ecualización aplicada a dos fines muy concretos, correcciones de aberraciones en la respuesta en baja frecuencia causadas por la interacción sala-parlantes, y ajuste de la respuesta en frecuencia del sistema de audio en todo el rango.

Antes de entrar de lleno en estas dos cuestiones y el porqué de la necesidad casi obligatoria del uso de la ecualización en un sistema de altas prestaciones, me gustaría nombrar algunas “ecualizaciones” que se utilizan en la industria del audio desde hace años. Esto último con la finalidad de mostrarle al lector que la ecualización esta hace años entre nosotros y que no hay nada a que temer si se implementa correctamente.



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Ecualización, pero con otros nombres:


Los amantes del audio analógico sin dudas habrán escuchado hablar de siglas como RIAA, IEC, NAB. Estas son siglas que, ajustándonos al tema que nos compete, señalan ni más ni menos que diferentes curvas de ecualización.

Tanto la curva RIAA, aplicada al corte y posteriormente a la reproducción de los discos de vinilo, como las NAB/IEC, aplicadas a los magnetófonos de cinta, son curvas que optimizan la grabación en dichos medios.

La nota de color para los que se declaran “minimalistas” es que, por ejemplo, en el caso de la curva RIAA, ¡el rango de variación que implica es de casi 40dB! a lo largo de todo el rango de audiofrecuencias. Cabe a clarar que se aplica dos veces, en la grabación y en la reproducción.

Sin embargo, no es tan grave: La ecualización y posterior de-ecualización, bien implementada, apenas deja trazas de degradación a su paso. Lo mismo, por supuesto, aplica al juicioso uso de la ecualización con finalidades de corrección y ajuste en un sistema de audio.




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La fase, un “problema” que no es tal:


Este un tópico complejo e incomprendido en el audio, y no es la razón de este artículo ahondar mucho al respecto, sino más bien lo mínimo e indispensable para que se comprenda que no hay nada a que temer en esto.

A grandes rasgos, puede decirse que existen varios tipos de respuesta de fase posibles, siendo la más común y la que nos interesa aquí, la de “fase mínima”. Un sistema de fase mínima tiene la característica de tener una relación matemática conocida entre la respuesta en frecuencia y la de fase, y una de sus particularidades es que la inversa del sistema es estable. Esto quiere decir que si a un sistema de fase mínima se le aplica una corrección (su inverso) tanto la respuesta en frecuencia como la de fase volverán a tener la integridad original.

Los ecualizadores que normalmente se utilizan en audio efectivamente modifican la fase, porque son sistemas de fase mínima, y los sistemas de fase mínima al modificar la respuesta en frecuencia también modifican la de fase mediante la relación que establece la transformada de Hilbert.

Esto que, a priori y descontextualizado, pudiera parecer un inconveniente, es en realidad la propiedad que hace posible el tipo de ecualización de la cual estamos hablando, ya que normalmente cuando hay un error a corregir en la respuesta en frecuencia también lo hay en la de fase; y suele ser así es porque en general gran parte de los sistemas a corregir tienen una buena fracción de su comportamiento en fase mínima. Por ejemplo, parte del comportamiento modal de una sala es fase mínima.

Por otra parte, y si bien es un tópico que involucra cierta controversia, la audibilidad de las variaciones de fase es, afortunadamente, entre muy baja y nula. La versión simplificada dice que en tests correctamente realizados (bajo condiciones de control y a doble ciego) solo son audibles variaciones de fase muy bruscas y más que nada con ciertas señales muy específicas (clicks).

En cualquier caso, cuando se aplique ecualización para corregir la respuesta en baja frecuencia de una sala esta deberá ser aplicada solo sobre las regiones de la repuesta que son de fase mínima. Esto último garantiza que la respuesta en fase del sistema siempre será mejor en la versión con corrección.



La necesidad de correcciones en baja frecuencia:


Sala vacia

En salas con poco o nulo tratamiento acústico lo habitual es que la respuesta en baja frecuencia sea bastante caótica producto de la “huella acústica” que imprime el recinto de escucha. Aceptar y convivir con ello no es una buena opción si realmente se busca alta calidad de sonido. El mejor de los equipos se ve arruinado por una mala acústica. Se trata de la física de propagación del sonido en espacios cerrados, y no entiende de precios ni de status personales, lamentablemente.

Grosso modo se podría decir que hay dos tipos de problemas en bajas frecuencias (no necesariamente tiene que haber una división tajante, pero es conveniente marcarla a fines explicativos.)

Por un lado, está el problema de la respuesta en frecuencia, que en casos extremos puede asemejarse a una montaña rusa; perceptualmente no hay mucho para decir. En algunas canciones habrá demasiado grave, en otras muy poco y, en general, toda la parte del espectro que componen las bajas frecuencias sonará desequilibrada.

Por otro lado, están los problemas a los que se los suele denominar “temporales” como la falta de claridad, enmascaramiento entre instrumentos, “bola de graves”, etc. Es para este último tipo de problemas que se piensa que las correcciones con ecualización no sirven ya que, según se dice, “el ecualizador no corrige problemas temporales”.

En realidad, las cosas son algo distintas. Por un lado, el ecualizador si corrige algunos problemas temporales, los que atienen a la componente fase mínima del sistema. Por otro lado, perceptualmente hablando, una gran parte de esos problemas temporales no molestan por ser temporales en sí, sino a través del enmascaramiento (de niveles) que producen. Esto se explicará con mejor detalle más adelante.

Desde luego el acondicionamiento acústico es un camino necesario a seguir si se quieren obtener los mejores resultados posibles, pero de todos modos es frecuente que aún con el más favorable de los resultados de acondicionamiento acústico no sólo haya lugar para la ecualización, sino que en algunos de estos casos la misma sigue siendo necesaria. Por un lado, lamentablemente, casi nadie está dispuesto a hacer lo que habría que hacer para tener una respuesta acústica de excelencia, y por otro, incluso en salas con acústica de excepción, suelen ser útiles y necesarias, algunas correcciones mediante ecualización. En salas sin tratamiento la ecualización será de gran ayuda y corregirá problemas “gruesos” mientras que en salas de alta gama la ecualización será la frutilla del postre y corregirá sutilezas. Sutilezas estas que, aun siéndolo, serán al menos un orden de magnitud más audibles que otras variables del sistema de sonido.

Algunos detractores del uso de la ecualización como medida correctiva suelen decir que “los problemas acústicos necesitan soluciones acústicas”. Afortunadamente, como intentare explicar en otras entregas, esto no es del todo cierto e incluso muestra una falta de comprensión profunda de la naturaleza del fenómeno.



Artículo publicado en Audio Performance (Versión original)


Sobre el Autor:
Ignacio Curone
Ingeniero Acústico
CuroneDesign
https://www.curonedesign.com

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