Canto de sirenas
Hace años visité una exposición sobre los olores. Iba pasando salas con las plantas y sustancias de donde se sacaban los aromas, el proceso olfativo y la interpretación del cerebro. Al final de la exposición había una sala con unas cajas con una especie de embudo donde encajabas la cara, hacías girar una manivela que estaba en un lateral de la caja y que movía un ventilador manual que te sacaba el aire de la caja a través del embudo y olías el aroma que había dentro. Pues bien, en la caja, que recuerdo perfectamente ponía "escuela", al dar a la manivela y oler, me trasladé instantáneamente a mi escuela de pequeño. Por unos segundos me vi sentado en mi pupitre de madera, oliendo a niño, pizarra, tiza y borrador.
Según parece, podemos distinguir diez mil olores diferentes y memorizarlos, con la capacidad que tienen los olores para trasladarnos a ese momento exacto en que fue olido y memorizado, haciéndonos revivir de nuevo ese momento por unos instantes. Ahí queda, en algún sitio de nuestra memoria que ni siquiera imaginábamos, reapareciendo de repente al volver esos aromas a nuestra pituitaria.
Si el sentido del olfato nos lleva al recuerdo, el sentido del oído nos lleva a todo lo anterior y mucho más. Porque si hay algo que realmente activa nuestro cerebro, nos hace sentir, vibrar, movernos, cantar, sociabilizar, sentirnos humanos con lo que nos rodea y poner todas nuestras emociones a flor de piel, eso es la música. Porque la música nos produce emoción, bien sea por recuerdo, vivencia o nostalgia, o bien, porque lo escuchado nos provoca esa emoción sin asociarla a ningún recuerdo. Emoción en estado puro.
El poder de la música
"Nada activa el cerebro como la música" (Jonathan Burdette, neurorradiólogo,Universidad Wake Forest)
Cuando la música llega a nuestros oídos, las ondas sonoras se convierten en impulsos nerviosos que viajan a varias áreas del cerebro, como las responsables de la memoria, el movimiento y el estado de ánimo, incluso a todas al mismo tiempo. Se relaciona también con el sistema límbico, implicado en el procesamiento emocional.
La música libera dopamina e induce cambios fisiológicos en nosotros de la misma manera que lo hace cualquier estímulo emocional. Esto nos ayuda a conservar la salud de nuestro cerebro con el paso de los años.
Escuchar música provoca en nuestro organismo una gran variedad de actividades, de estímulos cerebrales que influyen directamente en aspectos que son muy importantes para nuestra vida y salud, tales como:
-Estado de ánimo
-Control del estrés
-Ansiedad
-Fatiga
Escuchar música conocida nos reconforta y nos evoca recuerdos y conexiones positivas.
Escuchar música desconocida también estimula nuestro cerebro, activando nuestra neuroplasticidad y aumentando nuestras conexiones neuronales.
En varios estudios que se realizaron con sujetos sometidos a escuchas pasivas, es decir, en las que el sujeto sólo escucha, sin interaccionar con la música, sin bailar y sin tocar ningún instrumento; se comprobó que la escucha musical actúa a nivel somático, psiquiátrico y sobre la salud en general.
Reduce la ansiedad, el dolor y los niveles de cortisol, y en tratamientos y operaciones quirúrgicas puede llegar a disminuir las necesidades de sedantes y analgésicos (a nivel auditivo, el paciente se concentra en la escucha, en el estímulo placentero que provoca. También se produce una distracción cognitiva que reduce el nivel de dolor, sobre todo escuchando la música preferida)
A nivel emocional, la música personalizada con los gustos del paciente, hace que se liberen opiodes endógenos en el cerebro, que además de funcionar como analgésicos, tienen un efecto directo en las emociones positivas y de esta manera se logra reducir la ansiedad y el estrés.
Todas estas investigaciones médicas han dado pie a tratamientos con música en distintas patologías que ya se van implementando en algunos hospitales.
Lo que todavía está por demostrar es si el audiófilo consigue más beneficios de salud al oír mejor la música que el resto de los mortales. Más felices creo que sí que somos cuando estamos en plena audición delante de nuestros equipos.
Pero a mí lo que realmente me fascina es el poder que tiene la música para emocionar, esa inmediatez cuando un escalofrío recorre todo tu cuerpo y se pone la piel de gallina, o automáticamente se te mueven los pies, o empiezas a cantar como un loco. Todo esto que yo englobo dentro de las emociones, pura visceralidad.
Y si seguimos por esta línea argumentativa de las emociones también estaría el cine, por encima de la literatura o cualquier otra manifestación artística, al ser éste una combinación de imagen, música y escritura.
Así pues, si unimos música y cine, ya tenemos el cóctel emocional asegurado.
¿Cuáles son las funciones de una banda sonora en las películas?
-Sirve de refuerzo o de intensificación de diferentes momentos.
-Puede llegar a sustituir diálogos innecesarios y actúa como un contrapunto de las imágenes.
-Sostiene la estructura de la narración dando un sentido de continuidad a la película.
-Ayuda a influir sobre los sentimientos y emociones que el espectador experimenta a lo largo de la película, modificando el sentido de la imagen o anticipando una situación determinada. Crea un efecto psicológico determinado.
-La música refuerza la acción de la pantalla cargando una escena de tensión, de alegría o de tristeza para acercar la emoción de los personajes al espectador. Es decir, la música amplia y explica la imagen en el sentido más emocional. Ayuda a crear y reforzar determinadas atmósferas para dar una sensación de realidad al espectador en determinadas escenas y situaciones.
Y que mejor ejemplo de todo lo comentado anteriormente que traer hoy aquí al mejor compositor de bandas sonoras de la historia, Ennio Morricone, con permiso del otro gigante, John Williams, ambos galardonados con el premio Princesa de Asturias de las artes en 2020.
Y es que la música en el cine tiene un poder e influencia arrebatadores, porque a ver quién es el valiente que permanece dentro del mar, en la playa, si por la megafonía de salvamento estuviera sonando el tema de "Tiburón" de John Williams, yo saldría del agua rápida y discretamente, desde luego. O ducharte en casa, solo, con la cortina echada y la música de "Psicosis"; quita, quita, mejor con mampara y en silencio.
ENNIO MORRICONE
Nació en Roma en 1928 y falleció en Roma en 2020, unos meses antes de la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias, recogiéndolo In Memoriam su hijo Andrea Morricone.
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Autor de unas 500 obras, la inmensa mayoría de ellas bandas sonoras, unas 400. Empezó a hacerse famoso y labrarse un nombre de la mano de otro monstruo italiano, Sergio Leone. Eran de la misma edad, mismo barrio, iban a la misma clase en la escuela. Uno se hizo músico, como su padre y otro director, como su padre. Dos genios que coincidieron antes de saber que lo serían y que por azares de la vida coincidieron después y juntos desarrollaron su genialidad. Yo creo que se retroalimentaban y complementaban uno a otro, y posiblemente ninguno de los dos hubiera llegado en solitario a esa cima a la que llegaron cada uno en su expresión artística.
Para un entusiasta del cine y un apasionado de la música como yo, este binomio me ha dado y da tanto placer, que siempre vuelvo a ellos.
En su colaboración con Leone, Morricone compone, entre otras, las bandas sonoras de lo que se dio en llamar la "Trilogía del dólar":
- "Por un puñado de dólares" (1964)
- "La muerte tenía un precio" (1965)
- "El bueno, el feo y el malo" (1966).
¡Qué bandas sonoras! Cómo te envuelven, como te hacen sentir ese calor sofocante, hasta el polvo se nota. Es imposible imaginar otra música para el comienzo de "La muerte tenía un precio", ese silbido presentado por unos disparos y un arpa de boca. Sencillamente magistral.
Y posteriormente la "Trilogía de América":
- "Hasta que llegó su hora" (1968)
- "Agáchate maldito" (1971)
- "Érase una vez América" (1984).
Parecía que iban haciendo el camino a la cima juntos, si ya "Hasta que llegó su hora" es enorme (esa entrada de guitarra en el "hombre de la armónica", que pone los pelos de punta) con "Érase una vez América", Leone llega a su cima cinematográfica y Morricone escribe una de sus B.S.O. más perfectas.
Leone tiene una inusual visión de sus películas antes de rodarlas y unas exigencias musicales muy precisas, pero sin estructura y formas concretas. Morricone compone antes de que se empiece a rodar la película, más de dos tercios de la música que se va a utilizar en el montaje. Esto permitía a Leone trabajar en el rodaje con la música que luego acompañaría a las imágenes de fondo y a Morricone componer por segmentos, para que se puedan utilizar en cualquier parte del metraje y ajustarse perfectamente. Esta forma de trabajar, que tuvo muchos detractores, dio unos resultados magníficos para los dos, potenciándose mucho las imágenes con la música y viceversa. Los dos eran unos auténticos maniáticos de los sonidos y de la métrica musical, todo tenía que estar al milímetro. Dos ejemplos:
- En las sesiones de grabación, Morricone cuida hasta la décima de segundo sus temas y su exigencia es tal que provoca las iras de los instrumentistas, al verse obligados más de una vez, a repetir los temas hasta cuadrarlos con las imágenes. El guitarrista Bruno Battisti, sufrió de forma muy directa las exigencias del maestro cuando fue llamado a interpretar el tema principal de "El bueno, el feo y el malo". Morricone, le insistió una y otra vez en cómo debía ser el sonido que saliese de su guitarra. Le exigió una sonoridad extremadamente dramática y fuerte, muy fuerte.
- En los primeros 10-15 minutos de metraje de "Hasta que llegó su hora" Leone utilizó como banda sonora los sonidos naturales amplificados, puertas que chirrían, el viento, el vuelo de una mosca, el balanceo de una mecedora y un molino de viento que necesita aceite, chirría a lo lejos durante toda la escena y te pone de los nervios. Originalmente, había un tema de Morricone para esta secuencia, pero no quedaba bien y decidieron componer la banda sonora con sonidos naturales, un ballet de sonidos naturales, muy complejo para los años 60. Se basa en los experimentos de Morricone con la música avant-garde. Cuando un ayudante del director artístico Carlo Simi dijo: "echamos aceite en el molino, parece que chirría un poco", Leone le dijo "si lo tocas te estrangulo".
Después vendrían las fantásticas composiciones para las películas:
"La misión" (1986), "Los intocables de Eliot Ness" (1987), "Cinema Paradiso" (1988), "Átame" (1989), del director manchego Pedro Almodóvar, "El clan de los irlandeses" (1990), "El juego de Ripley" (2002), por poner algunas de las más conocidas, que le darían la fama y reconocimiento mundial consagrándole como uno de los grandes compositores de música para cine.
Además de los discos editados de la B.S.O. de cada película, hay infinidad de recopilatorios de sus grandes composiciones, pero de todos los discos recopilatorios que hay editados de Morricone he elegido este porque presenta la música en forma de concierto, uniendo distintos temas de cada película, dando así una continuidad y más duración a las obras. Grabado en directo en Verona, Nápoles, Roma y Sevilla. Con la Orchestra Roma Sinfonietta y la Orquesta y Coro Nacional de España dirigidas por el propio Morricone.
Tiene un sonido muy bueno de directo, con sonido ambiente de toses y sillas; con buena posición de instrumentos, profundidad de planos y buena dinámica.
El disco tiene 12 cortes pertenecientes a 12 películas. Vuelvo a repetir que faltan muchos de los grandes clásicos de Morricone, pero los que están se disfrutan de principio a fin.
A destacar, porque siento debilidad por las tres, el comienzo del disco con "Érase una vez América". Es una música que me transmite tantas cosas, tanta nostalgia y aquí está tan bien interpretada y tan bien grabada, que es el corte que utilizo para probar aparatos. La cuerda suena de fábula y se distinguen y se colocan perfectamente en el espacio. Ya no distingo si la música me evoca las imágenes o es al contrario, pero la unión es perfecta. Nostalgia del Paraíso perdido.
"La Misión", con su Gabriel's oboe. Es una música que produce en mí siempre la misma emoción, da igual cuando la escuche y cómo la escuche. Siempre me deja los ojos vidriosos y un nudo en la garganta. Posiblemente su mejor banda sonora incomprensiblemente sin Oscar. Cosas de Hollywood.
Y por último y no menos importante "Cinema Paradiso". Cómo alguien puede escribir algo así que pueda llegar tan profundo al alma humana. Peliculón con la banda sonora a su altura.
Un imprescindible para tener en cuenta junto con dos o tres recopilatorios más y las B.S.O. de sus películas más destacadas.
PlayList de los artículos de Jesús Encinar
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