Canto de sirenas
Jesús Encinar

Jesús Encinar
Erik Satie - Après la Pluie

Cuando envío una nueva reseña a Busquets (Editor de Amigos HiFi), pongo el contador a cero y empiezo a pensar en la siguiente, que cada día me cuesta más saber de qué voy a escribir, también hay que decirlo. Por norma general, sólo escribo sobre música que conozco bien y que me lleva acompañando tiempo.
Unas veces, decido sobre lo que quiero escribir, hay una voluntad y una elección ya determinada; otras, tengo que pensar lo que elijo, y unas pocas, sucede todo de repente, sin pensarlo. Lógico por otra parte, ya que siempre tengo música en mi cabeza, resuena en ella constantemente.
Normalmente, la envío a final de cada mes y durante los primeros diez días o más, pienso qué disco o qué obra voy a comentar. Es lo que más me cuesta y lo que marca todo el proceso. Una vez elegida la obra, o disco a comentar, ya empiezo las audiciones y comparativas que me ayudan a profundizar e interiorizar aún más en la obra elegida y me acompaña durante todo el proceso de escritura. Pienso cómo voy a estructurar la reseña, qué voy a destacar, qué enfoque voy a dar. Después me documento todo lo que puedo, selecciono y redacto para que quede agradable e interesante de leer y por último elijo versión y por qué esa por delante de las demás.
El paso que más me cuesta dar es el primero, a veces pasan 15 días y no tengo ni la más remota idea de sobre qué voy a escribir y empiezo a darle vueltas y mirar la colección de discos, pero no sale nada que me atraiga. Y otras de repente, como en el caso que hoy nos ocupa, surge por azar o por capricho del destino, la idea base sobre la que empezar a trabajar.
Estaba en el salón de casa viendo anochecer, antes de preparar la cena, con una copa de vino escuchando de fondo (sonando desde la cocina en radio clásica de RNE) una música de piano que me daba mucha paz al final del día y automáticamente pensé qué bien encaja Satie en este momento de soledad, vino y penumbra mirando por la ventana, es como mirar un cuadro de Hopper.



ERIK SATIE

(1866-1925)

"Soy miope de ojos claros y los cubro con dos círculos vidriosos apoyados en mi generosa nariz, que emerge desde un cráneo piriforme cuya fealdad oculto con un sombrero perenne. No sintonizo con las mujeres; mi fealdad contribuye a que no se fijen en mí pero no me afecta; no soy homosexual, prefiero yacer conmigo mismo, es menos costoso y menos molesto. No mido mucho, los bajitos somos como los caniches, ladramos y ladramos pero no mordemos. Todos mis amigos son altos menos Pablo, el pequeño español de mirada perforante. Con los poetas Marc Jacob y Pierre Reverdy; con Pablo Gargallo; con los pintores Van Dongen y Modigliani; con todos bebo a gusto y a pesar de mi pobreza me alcanza para pagar alguna ronda, sobre todo cuando vienen las visitas, cuando nos honra Henri, Gertrude, Apollinaire, Braque. Son todos especiales, nunca se habían juntado aquí tantas rarezas y caprichosas mentes. Mi padre no quería que fuera músico y mi madre tampoco, pero me escapé a París e ingresé en el conservatorio. Me echaron y ahora trabajo como pianista en varios cafés. El último, el Chat Noir, porque me dan de comer y beber, y sobre todo, porque no tengo piano. No lo sabe nadie. Mis piezas nacen en la almohada y luego las hago vivir y respirar aquí; entre el humo. Todos les dirán que no soy un músico. Es exacto, mis trabajos son pura fonométrica, disfruto más midiendo un sonido que escuchándolo."

"Este es Erik Satie, Gymnopedista". Así es como Vital Hocquet presentó a Satie a Rodolphe Salis, propietario de Le Chat noir de Montmartre, a lo que éste contestó "¡Qué profesión tan magnifica!" En la puerta había un cartel con un gato negro en el que ponía: "Deténgase, sea moderno"
Así de chalados estaban los que andaban por Montmartre y París a principios del siglo XX, que eran unos cuantos: Debussy, Ravel, Poulenc, Modigliani, Picasso, Rusiñol, etc. cuando en París se cocinaban y cocían todos los movimientos culturales de Europa y del mundo antes de la Primera Guerra Mundial. Todo giraba en torno a los cabarets con alcohol, humo, clientela de ambos sexos de muy dudosa reputación, artisteo variopinto y mucha absenta (el hada verde o diablo verde). Bebida de sabor anisado y un verde precioso que al añadirle agua y azúcar tomaba un aspecto lechoso, prohibida a partir de 1915. Es como si la creación sólo fuera posible si se daban estos ingredientes, la historia así nos lo demuestra. Lo que hoy sería sexo, drogas y rock & roll ya estaba instaurado en el París del 1900 y sin tanto misticismo como hoy tienen las estrellas actuales.



"El Satismo no puede existir, yo mismo estaría en contra de él" E. Satie


Erik Satie nace en Honfleur, Normandía, en 1866 y muere en París en 1925 a los 59 años. Estuvo algunos años en el conservatorio de París del que le echaron dos veces, sus profesores decían de él que era el alumno más haragán que tenían. A los cuarenta años decide formarse más sólidamente y acude a la Schola Cantorum, donde Albéniz había sido profesor años antes. Hasta los cincuenta años no le llegaría un reconocimiento profesional, tardío a todas luces.


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Sólo estuvo con una mujer en toda su vida, la pintora impresionista Suzanne Valadon. Cuando todo artista que se preciara como tal tenía que estar en las calles de París empapándose de las vanguardias, Satie decide aislarse, y en 1898 se retira a una habitación en el suburbio industrial de Arcueil, donde nunca entró nadie hasta su muerte. Y allí pasa los últimos 30 años de su vida, en una soledad elegida y una absoluta miseria que él denominaba " la muchacha de grandes ojos verdes".

Satie fue un tipo raro, inquieto, cabreado con el mundo como todos los que sufren rechazo y falta de amor. Estuvo en la secta de Rosacruz, de la que se fue para fundar su propia iglesia (Metropolitana de Arte de Jesús Conductor) de la que era su único miembro; pasó una temporada desarreglado y con harapos y la de su madurez vestido como un burgués parisino de la época: sombrero de hongo, cuello, traje negro, camisa blanca y paraguas.
Satie reclama otra actitud ante la música distinta a la imperante en la época. Propone un despojamiento, una nitidez. Quiere que la música sea mobiliario, no un espectáculo en el que estar fijo. Quiere otras armonías, más sencillas y desnudas que las del wagnerismo y otras herencias románticas. Con el tiempo, Satie no atacará sólo el Romanticismo y wagnerismo, sino también el preciosismo y la complejidad armónica de Debussy y de Ravel, el llamado impresionismo. Por eso propugnó una música más sencilla, que podía bordear lo banal, pero no caer nunca en lo vulgar. Un clasicismo a su manera. Cocteau lo expresaría muy bien: "una música que no se escuche con la cara entre las manos."
Crea la música de mobiliario como él decía, música de fondo para escuchar mientras se realizan otras tareas, lo que yo llamo música de consulta de dentista o de ascensor. Se adelanta 70 años a la música New Age.

La mayoría de su obra está escrita para piano, no se sabe si componía en la especie de piano desvencijado y con los pedales atados que tenía en su habitación y que se descubrió a su muerte, cuando por fin pudieron entrar sus amigos, o como él decía en la almohada.



"El piano es el instrumento de los neuróticos, de los fugitivos, de los enfermos. Beethoven, Schumann, Chopin...
Satie, que comparte con ellos las dolencias y el genio perfeccionista, nació cuando el romanticismo exhalaba sus últimos lamentos, desdeñoso del aparato germánico del wagnerismo imperante en la época, Satie camina en solitario por todos los ismos musicales, pictóricos y literarios de su tiempo, adelantándose muy a menudo a los tiros de la vanguardia.
" (Vicente Molina Fox)


LA GRABACIÓN


Erik Satie - Après la Pluie

Pascal Rogé, pianista francés nacido en 1951, especialista en obras francesas de los siglos XIX y XX, destacando en Debussy y Satie. Toda su carrera ha tenido contrato exclusivo con Decca.
Grabado en 1983 y 1988 en Londres y París, respectivamente y editado en 1995 en Decca.
Elijo esta grabación frente a otras que poseo porque a diferencia de otros recopilatorios éste es muy uniforme, no hay nada en él que desentone, puedes empezar a escucharlo por donde quieras e incluso reproducirlo aleatoriamente que siempre tiene una continuidad. Todas las piezas elegidas son preciosas y están muy bien interpretadas. El sonido del piano es bueno, profundo, con bastante aire.

Gymnopédies Nº1, 2 y 3 , compuestas en 1888 y dedicadas a Jeanne de Bret, a su hermano Conrad y a Charles Levadé, respectivamente.
Su título, podría proceder de un término griego que hacía referencia a las fiestas anuales que tenían lugar en Esparta en honor de Apolo, en las que los jóvenes bailaban posiblemente desnudos. Otra teoría dice que el término lo acuñó después de leer Salambó de Flaubert o después de leer el poema de su amigo Latour "Les antiques".
Debussy orquestó la primera y tercera Gymnopédies, convirtiéndose en las únicas obras de otro compositor que éste orquestaría en toda su vida.
Satie reduce la música a la esencia más pura, completamente desnuda, desprovista de todo artificio, situándose en un punto completamente contrario a lo que imperaba en la época (dando los últimos coletazos el último romanticismo) con el cromatismo, la grandeza de obras y la intensidad pasional. Por aquellos años, Mahler estaba componiendo su segunda sinfonía, para hacernos una idea de lo que se escuchaba.
A pesar de ese carácter pausado e hipnótico que tienen, pueden recordarnos a un vals, por esa medida ternaria de las piezas. Pero aún así tienen un efecto estático, por esa regularidad rítmica que nunca sabemos cuando acaban y cuando empiezan. Son piezas cíclicas, circulares, sin principio ni final que podríamos poner en bucle y escucharlas horas y horas.

Erik Satie - Après la Pluie

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Gnossiennes , composiciones que datan de 1890 y que fueron formalmente publicadas veinte años después. A su nombre se le atribuyen diversos orígenes. Puede derivar del Knossos cretense y el mito de Teseo, Ariadna y el Minotauro (varios sitios arqueológicos relacionados con este tema se estaban excavando por ese tiempo), o solamente derivar de la imaginación desbordante de su autor. El hecho es que el término nunca se había usado para describir música. Son seis y la séptima apareció entre sus múltiples papeles después de sus muerte y no tiene nada que ver con las seis anteriores. Fue el pianista Jean-Yves Thibaudet el primero que la llevó al disco en su espléndida integral de toda la obra para piano de Satie.
Las tres primeras están escritas en ritmo libre, es decir, sin indicación de compás ni barras de compás.
Las 4, 5 y 6 fueron publicadas en 1968, por Robert Caby mucho después de la muerte de Satie y su secuencia no se corresponde con el orden cronológico de su composición, siendo la Nº 5 la primera que se compuso de las seis.
Aunque podría pasarme horas escuchándolas sin parar mis preferidas son las impares. Me encanta ese aire oriental que desprenden algunas, la limpieza del sonido al haber tan pocas notas y tan espaciadas y la fuerza que dan las notas graves.

Nocturnos , compuestos en 1919, fueron de las últimas obras que compuso el autor.
Es una música hecha para ser escuchada de noche, ciertamente. Es una música más armada, más adornada, con más mano izquierda, con más acompañamiento; no es tan espartana como la música de la primera a época. Aquí ya hay más disonancias, es decir, notas que no te esperas que suenen en el lugar en el que deberían sonar las notas "correctas"; acordes que chirrían, para entendernos.
El Nº2 me recuerda al sonido que Mompou desarrolló posteriormente, sonido de campanas que tanto le gustaban al catalán.
El Nº4 es para mi gusto el más bonito.

Avant-dernières pensées , compuesto en 1915, englobadas dentro de sus obras imaginarias o fantasiosas. Abren la puerta a la modernidad, es una música muy actual para tener un siglo de antigüedad, gracias entre otras cosas, a la música New Age a la que tanto me recuerda.

Pièces froides , compuestas en 1897. Divididas en dos trilogías que son como variaciones y repeticiones de la primera pieza de cada trilogía. La segunda trilogía es la más melancólica y sentida.

Prélude de la porte héroique du ciel , compuesto en 1894, englobado dentro de su música para escena


Debussy decía de él "es un dulce músico medieval extraviado en este siglo" y con su minimalismo consiguió alejar a Debussy del perfil más wagneriano e influir en Ravel y los vanguardistas y en el Grupo de los Seis. Todo lo que vino después (futurismo, impresionismo, vanguardia) quién sabe si se lo debemos a Satie y su empeño en romper con todo lo establecido anteriormente en música. Mientras tanto, disfrutemos tan sólo en compañía de nuestro brebaje preferido, una luz tenue, la mente en blanco y la paz de esta bella música tan desprovista de todo, tan espartana.


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